Balanza moral: apagando incendios

El ser humano es extraordinario es curioso: buscamos la manera de culpabilizar al resto para sentirnos libres. 

Y en eso estamos. Su balanza moral se inclina hacia la opción más egoísta. Mirando por él, por lo que él cree que es mejor, aunque en realidad es simplemente para quedar mejor ante la gente. 

Y duele. Porque decide pensar solo en él, como si los demás no tuviéramos ni voz ni voto, ni opiniones, ni fuéramos parte de este lugar. Es incapaz de pensar en lo que nos podría trastornar a nosotras, lo que nos supondría. Porque él, ya está feliz así y quedará como el gran salvador y el mejor. 

Mientras, nosotras apechugaremos con los fuegos que dejará a su paso. Independientemente de que tengamos otros incendios en los que trabajar, de repente tenemos que apagar más fuegos ¡Y pobres de nosotras como digamos que tenemos fuegos que apagar! 

Así que cuando nosotras hablamos de nuestros fuegos, nos acusa de no querer apagar los suyos. Despojándose de esta manera, de su culpa por no lidiar con ellos. Con lo cual, nosotras nos sentimos doblemente mal, por tener que apagar nuestros fuegos y los suyos. Y mientras, él se libra de su culpa por no responsabilizarse de sus problemas. 

Me choca también ver como se ha pasado de hablar de incendios a corto plazo, a un fuego constante que no se va a apagar en meses. Es curioso que sea incapaz de ver cuál puede ser el alcance de un incendio vivo durante meses y lo mucho que puede llegar a agotar a los que están en primera línea mientras él puede huir del fuego. 

Por ahora él hará lo que le da la gana (que es también lo que más le conviene, así no está cerca del fuego todo el rato y no se quema) sintiendo que está haciendo lo correcto y culpándonos a nosotras de no querer lidiar con su fuego. Él se enfada, pero tendrá lo que él quiere. Nosotras nos enfadamos, se nos culpabiliza y al final, haremos lo que a él le conviene más. 

Una vez pasada la tormenta, el paisaje será desolador.